La principal perjudicada por la rebaja de precios del tabaco es la propia Hacienda Pública. Por cada 10 céntimos que baja la cajetilla, entre siete y ocho son de impuestos. Ante esta situación, el Gobierno se plantea revisar la fiscalidad del tabaco para evitar unas pérdidas recaudatorias que vienen a abrir un nuevo agujero en unas ya deterioradas cuentas públicas. British American Tobacco y Japan Tobacco de momento no han respondido a esta tercera batalla y, aunque lo hicieran en los próximos días, probablemente sería la última vez. Y es que el margen para seguir bajando precios prácticamente se ha acabado.
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